martes, 28 de febrero de 2012

Los niños aprenden lo que viven

Paul Watzlawick y sus colaboradores (1968) afirman que, del mismo modo que uno no puede permanecer sin comportarse, y dado que toda situación de interacción tiene un valor de mensaje, por mucho que uno lo intente, no puede dejar de comunicarse.  Siempre que esté presente otra persona en el mismo campo perceptual, cualquier actividad e, incluso, la inactividad, las palabras o el silencio, tienen valor de mensaje; influyen en los demás, quiénes, a su vez, no pueden dejar de responder a tales comunicaciones y, por tanto, también comunican. 


Si los niños viven con crítica
Aprenden a condenar.
Si los niños viven con hostilidad
Aprenden a vivir luchando.
Si los niños viven el ridículo
Aprenden a ser tímidos.
Si los niños viven con vergüenza
Aprenden a sentirse culpables.
Si los niños viven con tolerancia
Aprenden a ser pacientes.
Si los niños viven con estímulo
Aprenden a confiar.
Si los niños viven con alabanza
Aprenden a apreciar.
Si los niños viven con honradez
Aprenden la justicia.
Si los niños viven con seguridad
Aprenden a tener fe.
Si los niños viven con aprobación
  Aprenden autoestima.
  Si los niños viven con aceptación y amistad
  Aprenden a hallar amor en el mundo.



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